Estar enfadado no solo es una cuestión emocional...
¡También impacta de lleno en tu rendimiento!
La variabilidad emocional que (casi) todos sufrimos tiene innumerables consecuencias negativas a la hora de cumplir nuestras metas.
Una conversación subida de tono con alguien importante para ti, puede desencadenar en que estés más irascible con los clientes y que te distraigas con facilidad.
A priori, podríamos decir que el vínculo entre Inteligencia Emocional y Productividad es total.
No obstante, la ciencia no dice lo mismo. De hecho, es más, lo desmiente categóricamente:
Según uno de los estudios más minuciosos con este tema, la Inteligencia Emocional solo está relacionada en un 8,7% con el rendimiento de las personas.
¡Wow! ¿Cómo te quedas?
La primera vez que lo leí me quedé helado.
Lo primero que me pregunté fue: ¿cómo puede ser que algo tan aparentemente obvio y empírico no tenga sustento en la ciencia?
Encontré el matiz que lo cambia todo, sigue leyendo para saber más.
La trampa es la siguiente:
Una cosa es la Inteligencia Emocional (saber gestionar tus propias y las del resto de personas que interactúan contigo), y otra muy distinta son las emociones como pequeños indicadores biopsicosociales que nos impactan a diario.
La Inteligencia Emocional es una subdisciplina de la psicología que alberga una metodología para gestionar las emociones.
Las emociones, en cambio, sólo vienen y van. Cómo las gestionamos o no, esto ya es otro tema.
Resumiendo: una cosa es el método (Inteligencia Emocional), y la otra es el propio indicador físico y químico de una emoción.
La Inteligencia Emocional no tiene un vínculo directo con el rendimiento de las personas, en cambio las emociones por sí solas sí lo están.
A continuación comparto contigo un curso completo de Inteligencia Emocional para aumentar tu Productividad Personal:
1# Cuidado con la tiranía de la Alegría y la Felicidad
Últimamente parece que la tristeza ya no está de moda.
Estar triste no es un capricho del destino, sino que simplemente es una emoción más dentro del espectro emocional.
Además, la tristeza es considerada como una emoción primaria, así que para nada es 'algo maligno' que se hayan inventado las personas infelices.
El principal obstáculo de todas las emociones es su propia intensidad.
Si estás triste porque no lograste una meta laboral, está bien. Esta emoción tiene una funcionalidad (o muchas): aprender a gestionar situaciones desagradables, entender la incertidumbre como un proceso natural, reajustar nuestras expectativas...
En cambio, si esta tristeza se agudiza y se convierte en crónica, entonces es cuando ya hablamos de un estado depresivo.
Ahí realmente radica la diferencia entre emoción y estado emocional.
Si la emoción persiste en el tiempo y se convierte en un estado emocional persistente, entonces es cuando la emoción tiene un impacto directo en la salud mental.
¿Por qué solo tenemos que idolatrar la alegría? ¿Qué ocurre con las otras emociones?
Todas las emociones son fantásticas y nos permiten experimentar sensaciones únicas e irrepetibles. No las demonicemos.
Claro que puedes permitirte estar triste o enfadado. También son emociones válidas y están repletas de valiosas enseñanzas.
2# La escasez de vocabulario emocional perjudica tu Salud Mental
Si te dicen que describas las prestaciones de un teléfono o las características de tu nuevo coche, seguro que serías capaz de compartir una larga lista de palabras técnicas relacionadas con estos objetivos.
Por otro lado, si este mismo caso lo aplicamos a la expresión de nuestras emociones, entonces el abanico emocional ya se acorta bastante a la hora de expresarlas.
Permitirte expresarte lo que sientes tiene un poder sanador, mientras que reprimirlo puede suponer un riesgo para tu salud (tanto física, mental y/o social).
Si quieres indagar un poco más en el maravilloso universo emocional, te recomiendo un libro que aportan una riqueza de emociones para ampliar tu repertorio y conocer en más detalle lo que a veces cuesta de expresar.
3# La niebla mental te impide ver tus Metas
Las preocupaciones suelen campar a sus anchas en nuestra mente. Totalmente descontroladas.
Si no minimizamos su impacto en nuestra concentración, estaremos ‘condenados’ a vagar constantemente al galope de sus deseos.
Tener pensamientos recurrentes no es ninguna patología grave (si no todos estaríamos fatal 😂), sino que es fruto de mezclar memoria con emociones.
¿Cómo podemos apagar el ‘fuego’ que generan estos pensamientos recurrentes e invasivos?
a) Intensidad Emocional: busca la manera más rápida para ti de bajar la intensidad emocional; no podemos ‘pensar’ si las emociones nos secuestran. Sé consciente de dónde sientes esa emoción en el cuerpo y buscar la manera de apaciguar su intensidad.
b) Escritura terapéutica: escribir para liberar es una de las mejores inversiones que puedes hacer a nivel emocional. Tu mente puede darle vueltas a un asunto de manera ilimitada, mientas que escribiéndolo estás poniendo límites a tus pensamientos. Una vez terminada la escritura, un gran ejercicio es revisar lo que escribiste tratando de entender de dónde proviene tu malestar y qué creencias están involucradas en la aparición de emociones concretas.
c) Preguntas poderosas: una cuestión tan sencilla como preguntarse “¿A qué le estoy prestando atención ahora mismo?”, “¿Qué me está aportando pensar en esto?” o “¿Por qué me estoy sintiendo de esta manera?” son preguntas a la línea base de flotación de nuestra gestión emocional.
d) Fechas balsámicas: Sin fecha, no hay concreción. Es más, tus emociones se tienden a expandir en el tiempo porque no tienes una fecha específica para su gestión. Si hablamos de un pensamiento recurrente que no para de dar vueltas, el siguiente paso es establecer una fecha para abordarlo y ver qué es lo que sucede. Tu salud emocional es tan importante como la física, por lo que es preferible no ir posponiéndola de manera indefinida.
4# No confundas lo Racional con lo Emocional
Existe una mala praxis muy extendida a la hora de gestionar nuestras emociones.
En vez de sentir y entender qué es lo que nos sucede a nivel emocional, lo que hacemos habitualmente es tratar de racionalizarlo.
Ahora imagínate la siguiente situación:
“Mi jefe/a me ha criticado por mi trabajo. Como no me gusta esa situación, lo que hago es dejar de preguntarle cosas y resignarme cuando me critica lo que hago. Resumiendo: evitación y huida.”
Esto es un claro ejemplo de racionalización de las emociones.
En ese caso no te estás permitiendo vivir y sentir esa emoción (aunque no te guste), sino que ya está tratando de manera acelerada de buscar una solución.
¿Has pensado alguna vez por qué te molesta tanto que alguien ponga en duda tu trabajo? ¿Qué hay detrás de esa emoción?
Si sigues ninguneando esa emoción y lo pasas todo al mundo de la acción, nunca llegarás a entender cuál es la creencia que hay detrás de la emoción que sientes (y se va a repetir tantas veces como ocurra esa misma situación, incluso en diferentes contextos).
5# Cómo identificar tus Emociones antes de que sea demasiado tarde
Muchas emociones terminan somatizando.
La mayoría de las veces, eso sí, lo hacen de manera inconsciente.
No es que las emociones mal gestionadas tengan ningún impacto directo en tu salud, sino que la intensidad emocional prolongada en el tiempo altera los ritmos diarios de tu cuerpo.
Los altos niveles de estrés, la tensión de diferentes partes del cuerpo, el agarrotamiento de los músculos, dolor de cervicales, cefaleas, aumento de la presión sanguínea...
Un sinfín de ‘efecto secundarios’ se encargarán de convertir una simple emoción en un impacto colateral de tu salud.
Precisamente, estos avisos de tu cuerpo son señales inequívocas (en muchas ocasiones, no en todas) de que hay ‘algo ahí’ que debería ser revisado.
Las grandes causantes de estas variaciones emociones están vinculadas con las creencias personales, puesto que generan pensamientos rígidos que después se ven amenazados con la interacción del entorno.
6# Reducir la intensidad emocional es el primer paso para no volverse loco
La intensidad emocional perturba la mente y nos aleja del foco.
Antes de tomar ninguna decisión o de racionalizar la razón por la cual estás sintiendo una emoción determinada, mi recomendación es que reduzcas esos altos niveles de intensidad emocional.
Meditación, deporte, respiración, escribir, estirar, yoga...
¿Qué actividad te funciona mejor para reducir el nivel de intensidad emocional?
7# Lo que tú piensas no vale para nada
Muchas de las emociones que estás sintiendo son fruto de tus creencias personales (en la mayoría de las ocasiones son inconscientes).
Si eres capaz hacer introspección sobre esas creencias, verás que la gran mayoría tienen un origen específico: experiencias personales, familia, amistades, trabajo, amor, dinero...
Todas estas ‘aventuras mentales’ son 100% ficticias, son producto de nuestra mente.
Si nos damos la libertad de relativizar todas esas creencias y no darles ningún valor emocional, reduciremos por completo la intensidad emocional producida por nuestras mismas creencias.
8# Tu familia tiene mucho más que ver en esto de lo que crees
Las creencias personales más profundas son las que se producen en los primeros años de infancia.
Nos guste o no, estas creencias tienen un claro responsable en la mayoría de los casos: la familia más directa.
No se trata de culpabilizar a nadie, faltaría más.
A nosotros, este bagaje familiar, nos tiene que ayudar a identificar por qué pensamos de una determinada manera (creencias), no para buscar culpables de acciones que ya no podemos hacer nada con ellas.
¡Ahora es tu turno! ¿Dominas tus emociones o te dejas dominar por ellas? ¿Cuál es tu experiencia con la Inteligencia Emocional? ¿Qué trucos/estrategias/técnicas de Inteligencia Emocional usas en tu día a día para ayudarte en el manejo de emociones? ¿Qué otras técnicas de gestión emocional sueles usar para reducir la intensidad emocional? Déjame tus impresiones en el apartado de comentarios : ) ¡1000 gracias!
¡Un abrazo!