LAS DECISIONES DINAMITAN TU ENERGÍA MENTAL
Tomamos más de 35000 decisiones de media al día. Una verdadera locura.
Traducido a una escala más pequeña, son 2000 decisiones que tomamos cada hora.
No obstante, menos del 1% de estas decisiones las tomamos de forma consciente.
Estos impactantes números sólo nos sirven para confirmar un dato: vivimos en modo automático. Nuestro cerebro trata de ahorrar la máxima energía posible para no tener que tomar ninguna decisión. Y no hay que desdeñar su trabajo, ya que lo consigue holgadamente y con mucho éxito.
Si ahora tratas de recordar todas las decisiones que has tomado hace media hora, es muy probable que sólo recuerdes una pequeña parte.
Imagínate una situación de lo más habitual: te levantas de la cama y sigues tu rutina habitual de todas las mañanas. Si ahora intentas recuperar todo lo que haces, sólo te acordarás de las acciones principales (beber agua, asearte, preparar tu café/té…).
Pero en cambio, si te pregunto por todas las microdecisiones que has tomado, entonces no sabrías muy bien qué decir. Por ejemplo: en qué lado de la cara empezaste a lavarte la cara, qué cuchara escogiste para mezclar el café, con qué pie tocaste el suelo después de salir de la cama…
Las únicas decisiones que solemos conservar más en la memoria suelen ser las que están relacionadas con la alimentación.
Curiosamente, sólo tomamos 230 decisiones al día de media en referencia a la comida, un porcentaje muy pequeño en base al número total.
Entonces, ¿en qué partes de nuestra vida tomamos más decisiones? ¿hay alguna manera de saberlo?
La literatura científica todavía no tiene una respuesta clara, ya que el contexto de cada persona será determinante para conocer qué decisiones se suelen tomar en un día.
Lo que sí sabemos es que la claridad a la hora de tomar decisiones gasta menos que energía que el desorden y el caos, sobre todo porque cada ‘ítem descontrolado’ es un torpedo directo hacia nuestra capacidad de atención (el principal origen de nuestro desgaste energético).
Nuestra capacidad de atención es previsible en más de un 90%, por lo que tenemos a nuestra disposición una excelente métrica para conocer en que invertimos nuestra energía.
Rescato un punto del artículo sobre atención y neurociencia que tiene mucho que ver con el ‘dispendio energético’ de nuestras decisiones.
La falta de atención puede llegar a convertirse problema aún peor que la falta de liquidez económica: una analogía para ejemplificar este punto podría estar relacionada con la deuda que tienen hoy muchos países. La deuda es sólo es un problema puntual cuando se dispone de los recursos económicos necesarios para poderla pagar, otra situación muy distinta es cuando la deuda es impagable y entonces se emite más deuda para intentarla pagar (intereses añadidos).
La atención funciona exactamente igual en las personas, ya que cuando alguien tiene la capacidad de estar atento durante un tiempo considerable (30-40 minutos), la sensación de logro le da ganas de seguir concentrado. En cambio, cuando una persona está acostumbrada a trabajar 5 minutos y después distraerse, entonces tendrá mucha más facilidad para volverse adicto a desconcentrarse constantemente.
Y en tu caso, ¿hacia dónde estás dirigiendo tu atención?
TU ATENCIÓN ES LA MADRE NODRIZA DE TUS DECISIONES
Todo se crea 2 veces: primero en el plano mental, y posteriormente en el plano físico.
Si piensas que tu actividad profesional es aburrida y no se corresponde con tus expectativas, es muy probable que: 1) termines mirando blogs de emprendimiento y ofertas de trabajo; y/o 2) acabes criticando y blasfemando a todas las personas que dicen estar satisfechas con sus empleos.
Tu atención es sólo reflejo de tus pensamientos recurrentes, así que tu diálogo interno será clave para conocer hacia dónde vas a dirigir tu atención en un futuro próximo. Tu atención se puede materializar en el plano más racional (mirar blogs de emprendimiento) o en la esfera más emocional (criticando personas que tú consideras exitosas). O en ambos planos, claro está.
¿De qué manera podemos focalizar nuestra atención para ‘predecir’ nuestras decisiones?
¿Existe alguna manera de ‘manipular’ nuestra atención para que no tomemos siempre las mismas decisiones?
A continuación, déjame mostrarte 4 estados mentales que dirigen tu atención y terminan impactando en la calidad de tus decisiones:
1# SI NO HAY AUTOCONTROL, TE ARREPENTIRÁS DE TUS DECISIONES
La impulsividad es el padrino de muchos desastres.
No obstante, conviene diferenciar entre impulsividad e intuición. Si nos basamos en la famosa expresión ‘confiar en tu instinto’, es muy probable que hablemos de intuición, no de impulsividad.
Una persona impulsiva no le da pábulo a su parte racional, sino que se deja llevar directamente por la emoción. La impulsividad no tiene por qué ser negativa, pero sí es cierto que no ayuda cuando hay que sopesar varias opciones que desconocemos.
En este caso es preferible emplear la intuición, que sería como la gestión emocional ‘racionalizada’. Incluso, existen estudios científicos que llegan a hablar de una intuición colectiva.
Veamos un ejemplo de impulsividad e intuición:
(Impulsividad) Acabas de un publicar un artículo en tu blog. No es un artículo cualquiera, sino que has recabado centenares de artículos científicos para configurar el escrito. Con lo que te costó redactar el artículo, resulta que el primer comentario que recibes es una crítica hacia tus referencias bibliográficos. Alguien te dice que te lo has inventado, que no son reales ni pertenecen a ninguna revista científica. En ese momento y en el ‘calentón’ de la situación, decides responderle a esa persona con un comentario poco elegante y repleto de insultos. Eso es impulsividad.
(Intuición) Estás a punto de elegir tu próximo grado universitario porque quieres cambiar de empleo. Como ya es el segundo que haces, decides primero escuchar a tu entorno para que te ayuden a decidir la mejor titulación universitaria en base a tus necesidades. Muchas personas te hablan de estudios que no te entusiasman, pero que sí ofrecen muchas posibilidades de encontrar empleo. Después de escuchar a varias personas, finalmente tomas la decisión de inscribirte a un grado universitario que ni siquiera te habías planteado antes. Te has dejado llevar por un acto poco premeditado y por un pálpito interior. Aunque no sabes muy bien por qué has elegido esa opción, tu diálogo interno te empuja a tomar esa decisión. Eso es intuición.
Ninguna decisión es más acertada que otra, simplemente has empleado técnicas distintas para llegar a una conclusión concreta. El valor de la decisión es probable que no lo veas inmediatamente, pero sí te servirá para tomar decisiones en el futuro.
Aquí va una recomendación práctica para mejorar el autocontrol a la hora de tomar decisiones:
Implementa un anclaje antes de tomar cualquier decisión: cuando estés a punto de tomar una decisión, sigue un pequeño ritual que te permita ganar serenidad y hacer una pausa reflexiva.
Primero haz un movimiento con tu cuerpo (señal) para percatarte de que estás tomando una decisión rápida y poco premeditada (por ejemplo, muérdete un poco los labios, aprieta un poco los puños, estira los dedos de los pies…).
Una vez hayas activado esta señal en el cuerpo, entonces simplemente respira. Haz 2-3 respiraciones profundas para recuperar la tranquilidad y pensar antes de tomar cualquier decisión.
Una vez hayas seguido estos 2 pasos, el siguiente sería hacerte una pregunta a ti mismo/a sobre qué te parece la decisión que vas a tomar (por ejemplo; ¿creo de verdad que esta decisión está acorde con mis valores y me acerca a mis objetivos?).
Este sencillo ritual te ayudará a recuperar el foco en tus pensamientos y aumentar la coherencia entre lo que piensas y lo que finalmente termines haciendo. Si lo pruebas, ¡cuéntamelo en comentarios!
2# SI TÚ NO TOMAS LAS DECISIONES, OTRA PERSONAS LAS TOMARÁ POR TI
Si te basas en todas las decisiones que tomaste hoy, ¿cuántas de ellas fueron realmente tuyas?
Con esta pregunta no quiero poner en duda tus propias decisiones, pero lo cierto que es muchas de ellas son basadas en ideas de otras personas.
La potencia del marketing viral y la influencia masiva de las redes sociales, son 2 grandes aceleradores a la hora de tomar tus decisiones.
Sólo tienes que pasearte un rato por las redes sociales y asomarte a su contenido, para darte cuenta de que estamos constantemente bombardeados por consejos no solicitados. Alimentación, deporte, desarrollo personal, espiritualidad… todo son ‘invitaciones’ para que tomes decisiones de forma inmediata y obtener un cambio radical en tu estilo de vida.
(Ejemplo) Resulta que quieres crear tu propio negocio de Productividad Personal aplicada a las organizaciones. Como no sabes muy bien por dónde empezar, decides consultar los blogs de los especialistas del sector para obtener ideas de negocio. Después de revisar toda la información que encontraste, te pones manos a la obra y empiezas tu aventura emprendedora.
Esta decisión tan sencilla parece 100% propia, pero detrás de la creación de tu negocio hay un ruido inconsciente que te ha guiado hasta aquí.
¿’Quién’ te comentó la idea de empezar un negocio propio? ¿Las ideas de tu negocio actual son tuyas o están ‘prestadas’ de otros emprendedores del sector? ¿Qué queda de ‘tuyo’ realmente en tu nuevo negocio? ¿Estás emprendimiento por ‘moda’, por ‘convicción propia’ o por ‘necesidad’?
Fruto de la velocidad de vértigo que estamos viviendo hoy, lo cierto es que muchas de nuestras decisiones provienen de otras personas.
Si te lo paras a pensar, lo cierto es que importa bien poco el autor/a de las decisiones que tomas. Lo importante es la consciencia que tienes a la hora de tomar tus propias decisiones.
Puedes empezar tu propio negocio debido a la influencia de otras personas. Ahora bien, lo puedes hacer de forma consciente o inconsciente. A veces conocemos la influencia de nuestras decisiones (de quién vienen y por qué nosotros las tomamos como nuestras), mientras que en otras ocasiones pueden ser inconscientes (vienen de nuestras raíces familiares, pero nosotros creemos que son decisiones propias).
Así pues, la influencia de nuestro entorno es una pieza fundamental en el proceso diario de toma de decisiones.
Con el objetivo de que conozcas mejor el origen de tus decisiones, a continuación te muestro un ejercicio sencillo para indagar desde dónde nacen tus propias decisiones:
Ejercicio sugerido para conocer el origen de tus decisiones: haz una lista en un papel con las decisiones conscientes que tomas en, al menos, 2-3 horas a lo largo un mismo día. Si así lo deseas, lo puedes hacer durante más horas y obtener una lista mucho más completa (no recomendable si es la primera vez que haces esta lista).
Si ahora mismo tienes dudas sobre qué tipo de decisiones anotar, aquí tienes algunos ejemplos para tener posibles ideas: si te levantas del sofá o no, si te cuesta levantarte de la cama o no, si tomas el café con azúcar o no, si tomas zumo de naranja por las mañanas, si eliges una tarea u otra, si te decides por hacer deporte o no, si abandonas o no la tabla de ejercicios que tenías prevista, si respondes un correo u otro, si decides mirar redes sociales o no, si estás jugando con tu hijo/a
La idea es que no seas súper estricto, ya que es muy probable que no seas capaz de anotar todas las decisiones que hagas. Como decíamos antes y teniendo en cuenta que tomamos 35000 decisiones al día, querer anotarlas todas tendrá como consecuencia frustración asegurada. Quédate con las que puedas anotar o las que más te resuenen.
Cuando ya tengas la lista de todas las decisiones tomadas en el intervalo de tiempo que desees, entonces reflexiona sobre cuál es el origen de cada decisión. ¿Dónde viste/escuchaste este mensaje?
Cuando tengas la lista completada, el siguiente paso es conocer en qué categorías se engloban la mayoría de tus decisiones. Las categorías podrían ser (ejemplos): familia, amistad, trabajo/negocios, tecnología, redes sociales, autoconocimiento…
Un simple vistazo a las categorías más utilizadas nos permitirá conocer mejor en qué solemos tomar decisiones conscientes. Sería como nuestro historial en las búsquedas de Google en versión ‘toma de decisiones’.
NOTA IMPORTANTE: Este ejercicio no está diseñado para juzgar el origen de tus decisiones, sino para incrementar tu consciencia sobre lo que decides habitualmente.
¿Quieres ir más allá con la toma de decisiones? Aquí te muestro cómo puedes crear tu propio manual de decisiones (primer punto del artículo)
3# ¿URGENCIA O IMPACTO? LA DECISIÓN DE TODAS LAS DECISIONES
El tiempo apremia y hay que tomar una decisión YA. ¡Es urgente!
¿Qué valor tiene hoy la palabra URGENCIA?
Mientras lo estás contestando mentalmente, piensa en la gran cantidad de mensajes y peticiones diarios recibes con la palabra ‘urgencia’.
Recibimos correos con las palabras ‘ultra mega urgente’, nos llaman para decir que paremos todo lo que estemos haciendo y nos dediquemos a lo más urgente, nos envían masivamente mensajes por WhatsApp y Telegram con supuestas urgencias.
Cada decisión que tomamos gasta energía, así que imagínate el dispendio calórico que tenemos que hacer a diario con todas las urgencias que recibimos. Para que luego nos ‘impongan urgencias ficticias’ a diestro y siniestro.
Hay un sesgo cognitivo que se repite muy a menudo cuando hablamos de tomar decisiones. Y no es otro que el sesgo de cercanía, o dicho de otro manera, que todo lo reciente siempre es mejor y más importante (en el punto 2 de este artículo te lo explico más en detalle).
Si siguiéramos un esquema de respuesta basándonos en la novedad, seguramente nunca completaríamos lo que tiene impacto de verdad. ¿Cuántas veces contestaste a cosas urgentes que después resultaron no ser tan urgentes?
A continuación, me gustaría compartir contigo 3 preguntas previas que deberías formularte antes de tomar una decisión en base a su urgencia:
a) ¿La urgencia es más importante que lo que estás haciendo ahora?
b) ¿De quién viene realmente urgencia? ¿Es algo que necesito yo u otra persona?
c) ¿Cuál sería el impacto real de no atender a la urgencia?
Lo que necesitamos es claridad de acción. ¿Qué es lo que tendrías que estar haciendo ahora mismo? ¿Por qué te distrajiste con otra cosa cuando se supone que estabas concentrado/a?
Si no tenemos nuestra lista de tareas clara, la tendencia natural es que nos distraigamos con actividades secundarias. Así que lo primero para no tomar decisiones supuestamente urgentes, consiste en tener claras (y planificadas) tus tareas durante el día.
Otro punto especialmente relevante es la gestión óptima de tu energía mental. Es imprescindible conocer en qué momento del día tienes más energía y aprovechar para realizar las tareas más complejas (y que normalmente más impacto tienen en tus objetivos).
Si ahora mismo te estás preguntando cómo funciona esto de la energía mental, te recomiendo que le eches un vistazo a esta megaguía para convertirte en la persona con más energía del mundo.
4# LAS MALAS DECISIONES NO EXISTEN, SON UNA TRAMPA MENTAL
Cargamos en la ‘mochila’ muchas decisiones teóricamente nefastas.
En realidad, las decisiones no son buenas ni malas, pero nosotros les hemos atribuido un sentido en base a lo que hemos aprendido.
¿Por qué estamos buscando constantemente la mejor decisión posible?
La comparativa social es habitual cuando hablamos de decisiones acertadas o erróneas, aunque a duras penas tenemos en cuenta el contexto en el que suceden la mayoría de las decisiones.
(Ejemplo) Resulta que una emprendedora tiene mejores resultados financieros que otra. La primera llevaba más de 15 años iniciales intentando crear un negocio, sin éxito. La segunda lleva menos de 1 año intentándolo. La segunda persona, viendo que ambas empezaron su nuevo proyecto en el mismo año, no entiende por qué a la otra persona le va tan bien. En ningún momento contempló qué estuvo haciendo en los 14 años anteriores (falta de contexto).
¿La misma decisión funcionará igual para todas las personas?
Está claro que la respuesta es una incógnita, a pesar de que inconscientemente tendemos a pensar que sí.
Buscamos recetas mágicas para fallar lo mínimo posible. Y eso está genial, claro está, pero ninguna decisión funciona exactamente de la misma manera en 2 persona distintas.
Muchas decisiones acertadas las hemos idealizado en base a la experiencia de otras personas. Esa búsqueda constante de la mejor decisión lleva consiga una enorme frustración (ya que la mayoría de las situaciones no se cumple).
Estas son mis 2 reflexiones prácticas sobre por qué las malas decisiones no son tan malas como parecen:
Las malas decisiones siempre son buenas: es algo muy sencillo pero que a veces se nos atraganta. El factor ‘bien’ o ‘mal’ es una simple interpretación, totalmente asociadas a nuestras expectativas. Los errores son un invento de la mente, en el fondo son incluso mejores que los aciertas. Quien ‘acierta’ no suele mejorar lo que ya funciona, quien ‘falla’ suele acelerar su nivel de aprendizaje para buscar alternativas. En resumen, todas las decisiones son neutras.
Cumplir expectativas no siempre significa tomar la mejor decisión: que te toque la lotería sin tener conocimientos financieros puede convertirse en tu ruina económica. A veces decidimos cosas supuestamente acertadas que sólo alimentan a nuestro ego. Preocúpate si solamente tomas decisiones acertadas y el resto de las personas no lo hacen. Las expectativas tienen más que ver con nuestra necesidad de controlarlo todo, más que tomar decisiones que fomenten nuestro desarrollo personal y profesional.
¡Ahora es tu turno! ¿Estás satisfecho/a con las decisiones que has tomado últimamente? ¿De qué manera sueles tomar tus principales decisiones en el día a día? ¿Te has parado a reflexionar seriamente sobre cuál es el impacto de tus decisiones? ¿Qué te gustaría saber sobre la toma de decisiones para aplicarlo a tu caso particular? Déjame tus impresiones en el apartado de comentarios : ) ¡1000 gracias!
¡Un abrazo!